Valentino, de Teruel no es cualquiera
Sé que me meto en un jardín de difícil salida, pero qué carajo, hemos venido a internet a jugar..
Valentino Rossi, otrora excelente piloto de motos y marrullero como pocos, bromeó el otro día en un programa radiofónico italiano, en Radio Deejay, sobre el confinamiento que va a tener que sufrir debido a su positivo en Covid-19.
El piloto de Yamaha dijo que «Tuve suerte, si me aíslo una semana en Aragón, me tiro por un balcón«.
Y la cosa no debería de ir más allá de una frase desafortunada, si no fuera porque el italiano mencionó la soga en casa del ahorcado. Querido Valentino, en Aragón estamos hasta los cojones de que nos traten con displicencia, y tú has puesto de nuevo el dedo en la llaga.
Seguramente para Rossi –y para cualquiera- es mejor tener que pasar una cuarentena en su casa de Tavullia que en otra ciudad que no conoce. Hubiera bastado con decir que había tenido suerte porque iba a pasar la cuarentena en su hogar, podía haber dicho que prefería estar 15 días confinado en su casa que en cualquier otro sitio, pero haciendo alarde de la estupidez que atesora, despreció a una ciudad y a una Comunidad, dando a entender que prefería tirarse por un balcón antes que confinarse en Aragón.
No voy a poner en duda las cualidades que el viejo Valentino tuvo como piloto, cuando estaba en su mejor momento. En el ranking de mundiales ganados el líder sigue siendo Giacomo Agostini, con 15, seguido de nuestro añorado Angel Nieto (12+1) y con 9 estarían el británico Mike Hallwood y el ínclito Valentino. Y con 8, Marc Márquez, que por razones obvias este año no lo va a mejorar, pero no tardará mucho en superarlo. Así pues, Valentino ha sido, sin duda, uno de los mejores pilotos de la historia. Pero tiene ya 41 años, frente a los 27 de Márquez. Tempus fugit.
Sin embargo, a diferencia de otros genios del deporte, Valentino no ha superado ni superará que con el paso del tiempo, sus proezas vayan a ser superadas por otros pilotos que con muchos años menos y mucha más ambición, eclipsen su carrera deportiva. Y en vez de asumir que en su disciplina nada es permanente, se ha enredado en una espiral de rabietas infantiles, peleas, descaros y otras ñoñerías propias de un crío.
Valentino Rossi, además de ir muy deprisa encima de la moto, se ha caracterizado por buscar siempre la bronca con quienes han sido sus más directos rivales: Primero fue Biaggi, luego Gibernau, llegó Stoner (que acabó harto) y, ahora, Márquez. Con Lorenzo tampoco tuvo buena amistad.
¿Es condición sine qua non para un campeón buscar hostilidades con sus más directos rivales? ¿Forma parte de la estrategia de victoria minar la voluntad del directo rival con marrullerías y jautadas fuera de la cancha deportiva?
Hemos tenido ocasión de ver cómo rivales se enzarzaban en disquisiciones verbales para apocar al rival. En fútbol, hemos conocido las frases ofensivas entre jugadores durante el encuentro para desquiciarlos. En boxeo (mucho más teatrero) hemos visto los desafíos en el pesaje o en las ruedas de prensa, donde se tiraban hasta los micrófonos. Pero bueno, forma parte del espectáculo.
Sin embargo, en el caso de Rossi, las declaraciones ostentosas no forman parte del show bussines. Hay cientos de declaraciones que denotan su puerilidad. Puso en duda los mundiales de 2006, 2015 y 2016, que según él, se los robaron, cuando en realidad los perdió porque tuvo menos puntos que sus rivales.
Cada vez que hay un “cuerpo a cuerpo” y sale perdedor, la culpa no fue suya, fue del rival que hizo algo ilegal. Y no digo que alguna vez haya sucedido, pero no siempre como parece insinuar el italiano.
Básicamente, Rossi está en el ocaso de su carrera. Va a perder títulos y récords que actualmente están en su poder, y no puede evitarlo. Y en vez de asumirlo o incluso sacar partido de ese respeto que se le debería tener por su edad , experiencia y logros, va a pasar a la posteridad como el piloto que no asumió que las nuevas generaciones están para superar los logros de sus antecesores. Y los años que le queden en el circo de las dos ruedas, los va a pasar deambulando por los circuitos –cuando no en el suelo- y por los equipos que, a falta de pilotos buenos, quieran la publicidad que le dé tener en sus filas a una momia, a una vieja gloria que no supo envejecer.
Yo también disfruté hace mucho de sus dotes como piloto, pero me decepcionó hace también mucho como persona. Pido disculpas a los seguidores de Rossi, pero su actitud no está a la altura de sus logros deportivos. Y además, de Teruel no es cualquiera.